Dentro de un centro de rehabilitación clandestino en la frontera entre EE. UU. y México
Los centros de rehabilitación clandestinos, también conocidos como ‘anexos’' sirven como centros de reclutamiento de sicarios para los cárteles, casas de seguridad o cementerios clandestinos.
TIJUANA, México.— Hemos estado subiendo cuesta arriba durante al menos 20 minutos ahora por un camino sin pavimentar y ‘El Castillo’, un centro de rehabilitación clandestino dirigido por un cartel, comienza a emerger en la cima de la colina. Es un edificio abandonado de cinco pisos. El color blanco lavado en las paredes exteriores contrasta con el verde y marrón de la colina donde se encuentra.
Al estacionar nuestro auto justo frente a ‘El Castillo’, un grupo de cuatro o cinco hombres con pasamontañas, riñoneras y radios nos rodea.
—Esperen aquí, no salgan del auto —me dice mi fuente antes de bajarse para hablar con los hombres.
La existencia de centros de rehabilitación clandestinos en México salió a la luz en 2009, después de que 18 hombres fueran brutalmente asesinados dentro de uno de estos lugares en la ciudad fronteriza mexicana de Ciudad Juárez. En ese momento, las autoridades locales dijeron que las víctimas eran miembros de un cártel de drogas que se escondían dentro del lugar y eran el blanco de un cártel rival.
Hoy en día, los centros de rehabilitación clandestinos, también conocidos como ‘anexos’, están extendidos por todo el país, sirviendo como centros de reclutamiento de sicarios para los cárteles, casas de seguridad o cementerios clandestinos donde las organizaciones criminales pueden hacer desaparecer a personas sin que nadie se entere.
Esta es la primera vez que a alguien se le concede acceso completo a uno de estos lugares
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